El 2021 hice un experimento: estuve todo el año sin tomar alcohol.
Para algunas personas, esto puede parecer trivial. Para otras, un desafío inalcanzable. Para mí, definitivamente no fue fácil. Si me hubieras preguntado hace algunos años si podía pasar tanto tiempo sin beber, mi respuesta habría sido: “imposible”. Aun así, lo logré y me siento muy satisfecho de haberlo conseguido.
En este artículo quiero contarte por qué hice este desafío, qué cosas aprendí y cómo ha cambiado mi relación con el alcohol después de hacerlo. Si estás buscando motivación para pasar una temporada de abstinencia o moderar tu consumo de alcohol, sigue leyendo porque creo que conocer cómo fue esta experiencia te será de ayuda.
Para comenzar, déjame contarte cómo y por qué partió todo esto.
¿Por qué dejé de tomar por tanto tiempo?
Una relación problemática
Desde hace varios años que me ha inquietado mi relación con el alcohol. Obviamente, tomo porque me gustan los efectos positivos de hacerlo: sentirme más motivado y sociable. No obstante, al considerar las consecuencias negativas de tomar alcohol, muchísimas veces me he preguntado si verdaderamente vale la pena.
Gastar de más, sentirme mal física y mentalmente al día siguiente o hacer algo irresponsable que no haría sobrio, son cosas que van muy en contra de mis valores. De hecho, por muy buena que haya estado la noche anterior, si hubo una borrachera incluida, generalmente termino preguntándome: ¿realmente fue necesario?
Estuve varios años cuestionándome aquello, pero nunca me atreví a probar una temporada de abstinencia. Una razón de esto es que el alcohol llegó a mi vida en un momento muy formativo y siempre fue ese amigo fiel al que podía echar mano en un evento social para sentirme menos ansioso y desenvolverme mejor. De esta forma, ir a una fiesta y no beber siempre fue algo imposible en mi mente. O al menos fue así hasta que encontré el momento perfecto para comenzar este desafío.
No obstante, antes de seguir, tengo que hacer una aclaración: no es que el alcohol haya “arruinado mi vida”. De hecho, es posible que la forma en que bebía fuese considerada como normal para muchas personas. El problema para mí tenía que ver con que beber iba en desmedro de otras cosas que valoraba, más allá de la cantidad. Por eso decidí hacer algo al respecto.
El momento perfecto
La decisión de hacer este desafío la tomé a finales de 2020: el año que estuvimos encerrados. Ese año no bebí tanto, pero sí me pasaba que incluso en las juntas virtuales (por dios qué recuerdos) sentía que se me pasaba la mano con el alcohol, aun sin sentir la presión social de un evento presencial.
A finales de ese año, parecía que la pandemia se estaba acabando — no sospechábamos que quedaban algunas cuarentenas por delante — y comencé a pensar en el año que venía. Una de mis grandes inquietudes sobre el 2021 era que retomar la presencialidad significara también volcarme a un consumo desenfrenado.
Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba en el momento perfecto: si me proponía no tomar por un período largo de tiempo a partir del 2021, podría saltarme toda la fase de “se acabó la pandemia chupemos a lo maldito”. Era ese momento o tal vez nunca. Así fue como decidí que mis copas del año nuevo de 2021 serían las últimas de todo ese año.
Tal vez te estás preguntando: ¿no bastaba con tomar menos? Al menos para mí, no. Déjame explicarte por qué.
La importancia de desintoxicarse
En mi experiencia, es casi imposible cambiar un comportamiento solo con las buenas intenciones de “hacerlo menos”. Al menos al comienzo, creo que siempre hay que partir con la abstinencia total.
De hecho, no es la primera vez en mi vida que hago un período de abstinencia de algo para poder cortar con una relación de dependencia.
La primera vez que lo hice fue en 2017. Ese año — según mi iPhone — pasaba 2 horas al día entre Instagram y Facebook. Por más que trataba de “mirar menos el teléfono”, no lo conseguía, incluso sabiendo lo poco que me aportaban estas redes sociales. Por eso decidí hacer un experimento: pasar un mes sin Facebook ni Instagram. Desactivé mis cuentas el primero de julio de 2017.
Ese experimento me cambió la vida: hasta el día de hoy, no he vuelto a activar ninguna de las dos cuentas. Y no creo que vuelva a hacerlo.
Por cierto, escribí este artículo con técnicas para que las redes sociales dejen de interrumpir tu vida, por si te interesa.
Después de esa experiencia, siempre que necesito tomar distancia de algo a lo que me siento adicto, pruebo alejándome completamente por algún período definido: una semana, un mes o un año. Creo que alejarse completamente de algo es indispensable para recordar cómo era tu vida normal y luego poder traerlo de vuelta en la medida que valga la pena hacerlo.
Lo que aprendí de la vida en abstinencia
Este año sin alcohol me dejó varios aprendizajes. Acá quiero contarte los más importantes.
El primero: salir a una fiesta y no beber casi nunca se siente exactamente igual que al hacerlo. Es difícil alcanzar la soltura y euforia a la que te lleva el alcohol. Al fin y al cabo, estamos hablando de una droga que gatilla estados fisiológicos difíciles de alcanzar naturalmente.
No obstante, que la experiencia sea distinta no significa que sea mala. Este fue uno de mis principales aprendizajes en este período: puedo salir sin tomar y pasarlo bien. Seguramente no seré el más sociable del evento, pero no es terrible. Especialmente si los demás están bebiendo, al final ellos se irán poniendo más sociables por ti.
¿Un año sin alcohol para descubrir algo tan obvio? El tema es que para mí no era obvio. Después de años practicando la misma dinámica — salir y beber, o peor: beber para salir — no es fácil redescubrir que siempre se pudo hacer una cosa sin la otra.
Otro gran aprendizaje en este período es que la sobriedad tiene sus propios aspectos positivos que se pueden disfrutar. Uno de ellos es que mucha gente te felicita por no beber. Consumir menos alcohol es algo que varias personas desean pero no se atreven a probar o no consiguen hacer. En la misma línea, ser la persona sobria de un grupo también te da una responsabilidad gratificante: puedes cuidar a los demás, conducir y eres la persona más habilitada para pedir una pizza si llega el momento. Cosas que nunca están de más.
Por supuesto, uno de los mayores beneficios de no consumir alcohol es ahorrarse las secuelas del día siguiente. Despertar sin malestar físico, sin ese bajón psicológico post-euforia y sin ningún arrepentimiento por haber hecho alguna estupidez es una sensación increíble, especialmente si lograste pasarlo bien de todas formas.
En términos más generales, tomar distancia del alcohol me sirvió para reflexionar sobre mi relación con este. Por ejemplo, descubrí que en mi mente el alcohol estaba fuertemente asociado al orgullo por mi capacidad de beber y a la necesidad de volverme más sociable. Seguramente, esta asociación tiene que ver con el momento de mi vida en que comencé a tomar.
No obstante, la reflexión que tuve fue más allá: también me di cuenta de que ya no soy la misma persona que generó esos patrones de consumo y de que no los necesito tanto como creía. Hoy me siento mucho más seguro de mí mismo y creo que soy una persona más sociable que hace años atrás, cuando comencé a beber. De esta forma, descubrí que mis motivos para tomar cambiaron, lo cual hace mucho más fácil replantearme la dosis de alcohol que necesito.
¿Y ahora, qué?
El primer día del 2022 partió con 2 vasos de piscola. Obviamente, había que celebrar.
Durante lo que va del año he seguido bebiendo, pero creo que mi relación con el alcohol ha cambiado completamente. El principal cambio que veo es que antes, mi conducta por defecto era tomar bastante, salvo que tuviera un motivo en específico que me lo impidiera. Hoy, creo que es al revés: lo más común cuando salgo hoy es no beber o hacerlo con mucha moderación, a menos que tenga alguna razón muy buena para tomarme unas copas de más.
¿Qué fue lo que cambió? Creo que este año en abstinencia me ayudó a desarrollar un nuevo proceso mental cuando me veo expuesto a tomar alcohol. Este proceso consiste en hacerme preguntas como: ¿quiero tomar alcohol hoy? ¿para qué? ¿cuánto necesito beber para conseguir eso? En los 5 meses que lleva este año, me ha funcionado bastante bien y siento que el alcohol interrumpe mucho menos el resto de mi vida.
En conclusión, este experimento fue muy valioso para mí. Creo que aprendí mucho y logré mi objetivo. Si sientes que necesitas replantearte la forma en que bebes, te recomiendo probar con un periodo de abstinencia primero. No tiene por qué ser un año, pero sí es importante atreverse a tomar distancia para ir aprendiendo — así como yo aprendí — que es posible pasarlo muy bien sin alcohol.
4 comentarios
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Tremendo artículo. Te felicito por tu constancia y tu logro. Tener un estilo de vida que esté a la par de los valores propios es super difícil, aunque suene tonto. Hacer lo que uno valora debería ser fácil, no? Me alegro que tengas esas cosas en sintonia, o al menos una parte jajaja.
Nos vemos en el prox carrete con cerveza sin alcohol.
Muchas gracias amigo. Feliz de tomarnos unas chelas con alcohol o sin alcohol.
Gracias por el artículo, me encanta este tema de experimentar con uno mismo a través de la abstinencia. Creo que esto me llego como anillo al dedo.
Muchas gracias a ti Rocio por comentar! Me alegro de que haya llegado a ti en buen momento y feliz de conversar al respecto cuanto quieras. Un abrazo!