El árbol del conocimiento: las bases biológicas del entendimiento humano, es un libro del año 1984, escrito por los biólogos chilenos Humberto Maturana (falleció el 2021, a los 92 años) y su discípulo en ese entonces, Francisco Varela (murió el 2001, a los 54).

Es un libro que busca explicar la cognición humana (cómo funciona el conocer), partiendo desde la mínima unidad biológica (la célula) para terminar explicando cómo se forma la conciencia en los seres humanos. Fundamentalmente, es un libro de biología, pero que también explora su relación con el lenguaje, la conciencia y otros temas relacionados intrínsecamente con la experiencia humana.

Maturana y Varela presentan conceptos originales como la autopoiesis, el acoplamiento estructural o la clausura operacional. Estos conceptos tuvieron gran importancia en la teoría del conocimiento, la educación, la medicina, la cibernética y también dieron origen a una serie de corrientes de pensamiento asociadas al management, como el coaching ontológico (las cuales Maturana no aprecia mucho).

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¿Por qué lo leí?

En la universidad, sentía que muchos profesores hablaban de Maturana (en cursos completamente distintos). Me llamaba la atención que una sola teoría pudiera tener impacto en tantas disciplinas, y quería saber de primera fuente de qué se trataba.

Además, me llamaba la atención aprender de un concepto científico tan relevante a nivel mundial, que haya sido desarrollado por chilenos.

Ideas principales y cosas que me gustaron

El libro es un recorrido teórico por una serie de conceptos que permiten explicar cómo se forma el conocimiento humano. Me pareció que las ideas en general tenían mucho sentido y estaban bien explicadas, además de bien ilustradas con un montón de ejemplos biológicos. De todas formas, no creo que sea un libro para todo el mundo: seguir el desarrollo teórico no es fácil en algunos puntos, y si te pierdes, el libro pierde gran parte de su sentido, ya que cada idea se basa en la anterior.

Estas son algunas de las ideas del libro que más me llamaron la atención:

Según los autores, desde un punto de vista biológico, no es posible demostrar una realidad externa objetiva. El acto de conocer la realidad viene dado por la estructura de cada organismo (por la configuración actual del sistema nervioso), es decir cada uno conoce, percibe o experimenta la realidad de acuerdo a su propia constitución. De esta forma, cualquier acto de certidumbre es solo una experiencia individual. Esto es lo que los autores denominan clausura operacional.

Esta última idea también se puede resumir como que la cognición es un proceso puramente biológico más que mental.

El lenguaje es un fenómeno que se da cuando organismos que se comunican (sus conductas tienen cierta coordinación) le otorgan un significado a esa comunicación y posteriormente interactúan con esos significados como si fueran parte del medio. De esta forma, la condición para que aparezca el lenguaje es que haya una reflexión lingüística: empezamos a hacer descripciones de otras descripciones que describen la conducta.

En esta reflexión que permite el lenguaje, aparecen distinciones como el yo o la conciencia, que no son más que regularidades de la interacción social, así como hay regularidades internas que le dan coherencia a los organismos como unidades. De esta forma, si no hay sociedad, no hay lenguaje y por ende no habría yo ni conciencia.

Lo último significa que la experiencia fundamental de ser humano no podría existir si no es en convivencia con otros seres humanos. De aquí los autores sugieren que exponerse a este conocimiento sobre el conocer, significa también una ética. Al reconocer que cada uno conoce la realidad desde su mundo, y que ese mundo solo puede construirse en la interacción con otros, entonces siempre debemos reconocer la realidad que percibe el otro, a pesar de que esta no sea la que nos agrade. Así, la aceptación del otro (o el amor) se vuelve un imperativo biológico y no moral.

Me gustó harto esta última idea, creo que es una especie de fundamento biológico para el estoicismo.

Otra de las ideas centrales que aparece en este libro y que no se puede pasar por alto es la autopoiesis. Etimológicamente, este concepto significa autocreación, y es un concepto introducido por estos autores para describir la capacidad de los sistemas vivos de mantener su organización y funcionamiento mediante la producción y regeneración de sus propios componentes. La autopoiesis es una elegante definición minimalista de lo que significa un ser vivo que tuvo también una gran repercusión en la biología.

Recomendaciones

Se lo recomiendo a: quienes estén buscando un libro para cabecearse un rato y aprender de biología y de un montón de cosas más en el camino. Personas que les interese entender qué es lo que (biológicamente) nos define como humanos (spoiler: es el lenguaje).

No se lo recomiendo a: personas que no les gusten los libros que no se entienden a la primera. Quienes estén buscando un libro sobre el sistema nervioso con conocimiento de punta (este libro es del ‘84, la neurociencia estaba recién comenzando).

Detalles técnicos

Tiene 165 páginas, más unas 20 de prólogo. No son tantas en la práctica, porque tiene un montón de ilustraciones. No es un libro largo, pero sí para leer concentrado. Esta en un formato alargado por lo que es muy incómodo de leer en cualquier lugar que no sea un escritorio. (No es que haya muchas más opciones en estos días tampoco).

Mi edición es de Editorial Universitaria. No la recomiendo, me faltaban de hecho algunas páginas que tuve que buscar en internet 😢

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