Ego is the enemy es un libro sobre el ego: ese lado oscuro de cada uno que nos hace adictos a la validación externa y a sentirnos más importantes de lo que en verdad somos. Es esa fuerza tóxica que nos convence de que nos merecemos tener éxito sin tener que trabajar por él.

En este libro, Ryan Holiday nos muestra cómo el ego es el mayor obstáculo para alcanzar nuestras aspiraciones, tener un éxito sostenible y sobreponernos a los fracasos que inevitablemente enfrentaremos en el camino. Apoyándose en enseñanzas de la filosofía clásica y en biografías de grandes mujeres y hombres, Holiday desentraña los mecanismos que tiene el ego para frenar nuestro desarrollo y nos propone cambios de mentalidad y prácticas para hacernos cargo.

Creo que es un libro indispensable para cualquier persona que aspire a tener impacto en el mundo, ya sea a pequeña o gran escala. Al leerlo, es imposible no reflexionar sobre el propósito real detrás de nuestras búsquedas y cómo las llevamos a cabo con nuestras acciones.

Personalmente, me sirvió para cuestionarme muchas cosas. Me sentí especialmente identificado con la primera parte, que habla sobre la influencia que el ego tiene cuando recién estamos comenzando algo nuevo. En estos momentos, el ego busca complacerse hablando de lo grandioso que es nuestro proyecto incluso cuando aún no hemos hecho nada valioso. Así, perdemos el tiempo en hacer cualquier cosa menos lo que verdaderamente se requiere para lograr lo que anhelamos: ponerle horas de trabajo silencioso y honesto. En este mundo donde se da tanta importancia a las apariencias, la tentación de reemplazar el trabajo real por la ostentación es una amenaza constante, y este libro es una gran ayuda para combatirla. Como dice Ryan Holiday: “ser menos para hacer más” o también: “es mejor llegar a ser que ser”.

Otra idea que me pareció poderosa es la importancia de la humildad (justamente lo contrario al ego) para mantener el buen trabajo a lo largo del camino. Cuando somos humildes, reconocemos que siempre hay algo más que tenemos que aprender, nos importa más estar a la altura de nuestro estándar personal que el resultado final y podemos postergar el reconocimiento (e incluso cederlo a otros) por hacer lo que verdaderamente hace la diferencia: trabajar y seguir mejorando.

Obviamente, el ego busca todo lo contrario: le gusta sentirse “listo” y convencido de que ya sabe todo lo que se necesita, desea el éxito y el reconocimiento a toda cosa (incluso a costa de a los demás) y no concibe la idea de hacer un buen trabajo sin recibir una justa recompensa, que ojalá sea en público; ni hablar de hacer algo bueno y que nadie se entere. Esta idea, de la humildad como un poder y no una debilidad, es sumamente contraintuitiva en nuestra sociedad, donde lo importante es “hacerse respetar” y “saber venderse” y creo que ahí radica su potencia y relevancia.

Finalmente, este libro también me sirvió para convencerme de una idea que he tenido hace bastante tiempo: que apuntar a la virtud en sí misma, a hacer siempre un buen trabajo sin importar el resultado final, es mucho más satisfactorio en el largo plazo que apuntar al éxito o a la validación externa. Porque el éxito, con un poco de suerte, puede tocarle a cualquiera, pero no cualquiera puede esforzarse por apuntar a dar siempre lo mejor de sí. No es fácil renunciar a la visión tradicional del éxito, pero estoy convencido que vale la pena, y este libro me sirvió para mantener esa convicción.

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