Llevo más de tres años publicando textos en internet, en diferentes formatos.

Hacerlo no ha sido fácil y me ha traído varios aprendizajes. En este artículo quiero repasar los tres más importantes. Cosas que me hubiese gustado saber cuando estaba comenzando.

Te pueden servir por si has pensado en escribir en público en algún momento de tu vida y te preguntas “cómo es”.

Vamos a ellos.

Escribir bien es difícil

Escribir algo no es tan difícil — todos tuvimos ensayos o informes que redactar en el colegio o universidad. No obstante, cuando publicas en internet, compites contra una cantidad prácticamente infinita de contenido. Si quieres que la gente te lea, tienes que aprender a escribir bien: con un mínimo de enganche y coherencia.

Lo que he aprendido es que hacerlo resulta mucho más difícil de lo que parece. Te explico un poco por qué.

Lo primero que hace difícil escribir es que te obliga a elaborar tus argumentos de forma lineal. Si escribes bien, cada frase y cada párrafo debería conducir sólidamente al siguiente, lo cual puede resultar sorprendentemente complejo. El lenguaje hablado casi nunca funciona así. Y nuestros pensamientos, mucho menos. Escribir es un ejercicio poco natural, completamente opuesto a divagar sobre un tema.

“Escribir es pensar. Escribir bien implica pensar con claridad. Por eso es tan difícil” – David McCullogh, historiador y escritor.

Otra dificultad de escribir bien es escribir de forma concisa. Es fácil llenar un artículo de párrafos, o una frase de palabras. Lo difícil es justamente lo contrario: llegar a ese punto en que cada palabra tiene una función indispensable. Es un ejercicio de humildad y de disciplina reconocer que debes borrar gran parte de lo que ya has escrito para hacerlo mejor.

La perfección se alcanza, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar — Antoine de Saint-Exupéry

Como casi cualquier otra habilidad, para escribir mejor no hay más remedio que practicar mucho y asumir que vamos a partir siendo un desastre.

Admitir esto es algo que me costó mucho al principio y con lo que todavía batallo. De hecho, cuando estaba escribiendo mi primer artículo, pensaba todo el rato que no tenía idea de lo que estaba haciendo y de que no me estaba gustando el resultado. Estuve apunto de dejarlo tirado, pero finalmente me convencí de que era imposible llegar a un resultado ideal en mi primer intento.

Entender esto es esencial para comenzar y mantenerse escribiendo.

Ya está (casi) todo escrito, pero da lo mismo

Para alguien como yo, que escribe sin estar en la frontera del conocimiento sobre ningún tema, es prácticamente imposible publicar algo sobre alguna idea novedosa.

Al principio, esto me angustiaba un montón. ¿De qué voy a escribir si no tengo nada nuevo que decir?

Después de un tiempo tuve una epifanía: al escribir, el mayor potencial de innovación está en quién escribe y cómo escribe.

Si quieres que te lean, no tienes que ser el primero en el mundo en escribir sobre un tema. Basta con que seas el primero de tus amigos. También puedes ser de los primeros en escribir sobre este tema en un estilo cercano a otras personas. Y, si mezclas tus temas de escritura con una dosis de experiencia personal, es casi imposible no producir algo único o al menos difícil de imitar.

Otra creencia común es que tienes que ser un experto para hablar de un tema. En mi experiencia, esto puede ser justamente al revés: ser un principiante te ayuda a escribir mejor que un especialista. Esto pasa porque los expertos tienden a olvidar lo complejo que es un tema y tienen problemas para explicarlo en palabras simples. Esto es lo que se conocer como la maldición del conocimiento. Por el otro lado, alguien que recién está aprendiendo un tema, puede escribir de principiante a principiante.

Da lo mismo que tu idea ya exista. Lo importante es cómo la transmites.

La gente aún lee

¿Tiene sentido realmente comenzar un blog en pleno siglo XXI? Entre todo el contenido multimedia de las redes sociales y plataformas de streaming, parece una odisea tratar de que la gente se haga el tiempo de leer un artículo. Esto es algo que me cuestioné bastante antes de empezar a escribir.

¿No será mejor empezar un canal en YouTube? ¿Una cuenta de Twitter? ¿Un TikTok?

Mi opinión sigue siendo: no. Probablemente, habría sido mejor escoger otro medio si es que mi interés hubiese sido conseguir el mayor alcance posible a toda costa, o hacerme famoso. No obstante, para mí siempre fue importante aprender a escribir. Las personas que yo más admiro son personas que escriben, y no que hacen YouTube, Twitter o TikTok. Mi objetivo siempre ha sido ser como esas personas.

Además, poner tu contenido a merced de estas plataformas también tiene sus costos en término de independencia y — probablemente — de salud mental. Quería escribir en mí propio espacio. Por esto también decidí desarrollar mi propio blog en vez de usar alguna plataforma como Substack o Medium.

Contra todo pronóstico, cuando me atreví a publicar y difundir lo que había escrito, descubrí que las personas aún leen artículos y blogs. Por supuesto, en retrospectiva era obvio: el mercado gringo está lleno de bloggers que se dedican a escribir y viven de eso. ¿Por qué no podría existir el mismo interés en español?

Adicionalmente, descubrí algo más asombroso: las personas no solo leen. Algunas se toman el tiempo de escribirte de vuelta y comentarte sobre su opinión. La escritura sigue siendo algo que convoca e involucra.

Otra cosa sorprendente que pasó después de llevar más de un año escribiendo, es que algunos de mis artículos empezaron a aparecer como resultados recomendados en Google. Personas desconocidas que llegaban desde internet se pasaban varios minutos leyendo mis artículos, lo cual incita a Google a seguir mostrándolo como resultado. Hoy, más de la mitad del tráfico que recibo en el blog viene directo de búsquedas en Google, algo que en marketing se conoce como tráfico orgánico y no es fácil de conseguir. Me gusta creer que esto es una señal de que lo que he escrito al menos no está tan mal.

Ahora bien, no basta con publicar algo en un blog y esperar que la gente haga fila para leerlo. Siempre tendrás que salir a buscar lectores, algo que hasta el día de hoy se me hace difícil (a veces incluso más difícil que escribir). Esto es algo que también me costó aprender al principio: si no estás dispuesto a superar la vergüenza de publicar, entonces ni te esmeres en escribir. (Ojo: tener vengüenza está bien. Pero tienes que estar dispuesto a superarla.)

Conclusión

En resumen, mi experiencia con la escritura en internet me ha enseñado tres lecciones importantes.

  1. Escribir bien es un desafío que requiere claridad de pensamiento y práctica constante.
  2. Aunque muchas ideas ya han sido escritas, la originalidad puede surgir de tu perspectiva y estilo.
  3. Las personas aún leen, valoran e interactúan con los artículos y blogs.

Aunque superar la vergüenza de publicar puede ser un desafío, creo que vale la pena compartir nuestras ideas y vivencias en este formato. Es una experiencia desafiante pero muy gratificante, y me gustaría ver a a mucha más gente haciéndolo.

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