Imagina que tienes una tarde más desocupada de lo normal, o un fin de semana sin muchos compromisos.

Te planificas para reencontrarte y retomar eso que has tenido ganas de hacer hace tanto tiempo: esa actividad, hobby o pasión que sabes que te haría muy bien, pero que no has podido agregar a tu vida por diferentes motivos.

Y, cuando por fin llega el momento ansiado, se te escapan las horas scrolleando Instagram, viendo videos en YouTube o atrapado en cualquier otra red social o aplicación.

¿Te ha pasado?

¿Has sentido que las redes sociales u otros servicios digitales te absorben? ¿Te producen ansiedad pero no puedes dejar de usarlas? ¿Te ha ocurrido que las notificaciones interrumpen conversasiones con tu familia y amigos? ¿Se te pasan los fines de semana entre YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, Netflix, Pinterest o cualquier otro, sin acercarte a tus metas e intereses personales, a eso que quieres lograr para ti, más allá de tu trabajo o tus estudios?

Si, al igual que yo, respondiste que sí a todo, quiero compartir contigo una idea que me ha ayudado enormemente a replantear mi relación con las redes sociales, los smartphones y la tecnología en general. Esta idea se llama minimalismo digital. Es una filosofía que te permitirá poner las tecnologías que usas al servicio de tus intereses y recuperar el control de tus días [1].

En este artículo veremos por qué es necesaria, de qué se trata y cómo aplicarla a tu vida. Partamos por lo básico: ¿por qué es tan adictiva la tecnología?

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La contienda es desigual

Si te has pasado una tarde entera scrolleando Instagram o Facebook, no tienes toda la culpa. Las empresas tecnológicas invierten miles de millones en desarrollar funcionalidades para mantenerte enganchado el mayor tiempo posible. El scroll-infinito, las notificaciones, los likes y el auto-play, son parte de un conjunto de técnicas diseñadas por equipos de psicólogos, ingenieros y desarrolladores para maximizar el tiempo que pasas usando sus productos.

¿Tanto esfuerzo para que yo vea más memes? Así es. Las empresas que proveen las redes sociales son las empresas con mayor capitalización de mercado en el mundo. Mantenerte atrapado en una aplicación, para vender tu tiempo y atención a los anunciantes de avisos publicitarios, se ha vuelto más rentable que extraer petróleo o vender casi cualquier otro producto. Este nuevo tipo de sistema económico se conoce como economía de la atención: las empresas tecnológicas ofrecen productos “gratuitos” que tú usas y luego venden tus minutos de vida al mejor postor. En realidad, el producto eres tú.

Ahora bien, a pesar de que a sus proveedores no los muevan las mejores intenciones, no podemos negar que estas tecnologías ocupan un lugar importante en nuestras vidas. Al fin y al cabo, en Instagram podemos ver fotos de seres queridos, en YouTube aprender algo que nos apasione y en Twitter enterarnos de noticias relevantes sobre las comunidades que nos interesan.

El verdadero problema es la facilidad de pasar de hacer las cosas que valoramos a quedarnos atrapados en lo que no nos interesa. Por esto, el primer paso para mejorar nuestra relación con la tecnología es reconocer que contra estos gigantes tecnológicos, la contienda es desigual y requiere una reflexión profunda sobre los espacios que ocupa en nuestra vida. No bastará con la buena intención de usar mejor el tiempo, necesitamos un conjunto de principios personales, una filosofía sobre nuestro uso tecnológico. Aquí es cuando entra el minimalismo digital.

Minimalismo: menos es más

El minimalismo comenzó como un movimiento artístico en los años sesenta. El mismo término ha sido usado desde los noventa para referirse a la elección de un estilo de vida sencillo, como remedio al consumismo y materialismo de la sociedad actual. Cada persona lo aplica de distinta forma a su realidad, pero la idea es la misma: escoger cuidadosamente las posesiones que tenemos y mantener solo lo esencial para vivir más libres y tranquilos [2].

Los y las minimalistas entienden que tener demasiadas cosas, aunque estas sean útiles o cómodas, genera un costo adicional en tu vida. Porque cada cosa hay que ordenarla, de cada cosa hay que preocuparse y cada posesión te va restringiendo un poco. Ahora bien, minimalismo es solo un nuevo nombre para un estilo de vida que ha existido siempre y que han profesado personajes desde Diógenes hasta Ghandi.

Veamos cómo esta filosofía también nos puede ayudar a mejorar nuestra relación con la tecnología.

Minimalismo digital

La idea principal del minimalismo digital es la siguiente: concentrar el tiempo en línea en una pequeña cantidad de actividades esenciales, escogidas para apoyar nuestros valores y principios, y dejar pasar lo demás.

Los minimalistas digitales escogen las redes sociales y servicios tecnológicos que son esenciales para ellos. Además, optimizan su uso para maximizar el valor que obtienen de estos y minimizar sus desventajas. No lo hacen porque la tecnología sea inherentemente maligna, por el contrario, convencidos de sus beneficios, buscan usarla de la mejor forma posible.

Esta idea debemos entenderla como un principio: una forma de pensar que nos ayudará a guiar nuestras decisiones. No es una regla estricta sobre qué redes sociales usar o cuánto tiempo al día se debe utilizar cada cosa. Cada uno debe experimentar con sus propias prácticas y descubrir lo que le acomoda. Para hacer estos descubrimientos, debemos tener los dos principios siguientes en mente.

Demasiadas pequeñeces buenas se vuelven malas

En general, cualquier beneficio pareciera ser una razón suficiente para adoptar una nueva tecnología. Redes sociales, aplicaciones de noticias, despachos a domicilio, multitiendas, mensajería, fotografía, streaming o juegos online. Todo promete hacer tu vida más fácil, más conveniente, o menos aburrida, así que lo dejamos entrar.

Tendemos a sobrevalorar los beneficios y a subestimar los costos que estas aplicaciones tienen para nuestra vida. El tiempo que nos demandan, las notificaciones y correos que nos interrumpen, la distracción de las cosas que más nos importan. Todas estas cosas van sumando y componiendo un costo personal mucho mayor que las trivialidades que estas aplicaciones nos ofrecen. Por esto, los minimalistas digitales se preguntan, frente a cada tecnología: ¿esta tecnología apoya algo que valoro en mi vida?

Hay que optimizar para alcanzar la justa medida

Muchas veces usamos una aplicación porque verdaderamente nos importa lo que ofrece. Lamentablemente, al hacerlo nos exponemos a los mecanismos diseñados para desatar un uso compulsivo.

Por ejemplo, hay personas que usan Facebook para coordinarse y darse apoyo con sus comunidades de vecinos. Formar parte de una comunidad es muy valorable, pero al tener Facebook en el teléfono, es normal terminar usándolo por simple hábito, haya novedades relevantes o no. Y de paso, estas personas se exponen a noticias falsas, contenido basura o cualquier otra distracción de su vida personal.

Los minimalistas no solo se enfocan en qué tecnologías usan, sino también en cómo las usan. Cuando una red social es importante para algo que valoran, se preguntan: ¿cuál es la mejor forma de usar esta tecnología para apoyar eso que valoro? A partir de sus respuestas, definen prácticas que minimicen las oportunidades para abusar de estas tecnologías.

Un ejemplo: Catalina la tejedora

A Catalina le encanta tejer a crochet. Para ella tejer es muy importante porque le da tranquilidad y le recuerda a su abuelita. Por esto intenta hacerlo todas las tardes después del trabajo, como una forma de desestrarse.

A Catalina se le ocurrió usar Pinterest para encontrar ideas y tutoriales sobre su hobby. Al principio le encantaba porque sacaba un montón de ideas nuevas, así que empezó a ver Pinterest todas las tardes antes de dar inicio a su sesión de tejido.

Después de un par de semanas, se dio cuenta de que estaba pasando una hora cada tarde mirando fotos de tejidos, en vez de tejer. Peor aún, a lo largo del día se empezó a distraer mirando memes, fotos de gatos y otras manualidades que nunca iba a hacer, pero que le aparecían en su scroll infinito. La idea de usar Pinterest era fortalecer su hobby, pero pasó rápidamente a ser un obstáculo para su vida.

¿Cómo aplicaría el minimalismo digital en este caso? Catalina debería hacerse las siguientes preguntas sobre Pinterest: ¿Es esta una tecnología que apoya algo que valoro en mi vida? La respuesta es sí. Si hubiese sido no, seguramente Catalina estaría mucho mejor cerrando su cuenta y dedicando este tiempo a algo importante para ella.

Ya que Pinterest apoya una actividad que considera valiosa, debe pasar a la segunda pregunta: ¿Cuál es la mejor forma de usar esta tecnología para apoyar esta actividad? Catalina reflexiona y se da cuenta de que necesita una idea nueva para tejer, más o menos cada semana, y que se demora unos 15 minutos en encontrar una idea que le guste. Además, le basta con usarlo desde su computador.

Por lo tanto una forma óptima para usar Pinterest sería: ingresar unos 15 minutos a la semana, solo los lunes, por ejemplo. Además, limitarse a buscar ideas relacionadas con su hobby y eliminar la aplicación de su teléfono, ya que con el computador es suficiente. El resto, incluido las fotos de gatos, lo deja de lado porque la interrumpe en lo que ella valora profundamente: tejer a crochet un buen rato todas las tardes.

El miedo de perderse algo

Reconocer que algo no nos aporta y desecharlo, o reducir su uso, parece terrorífico al principio. Esto ocurre especialmente con las redes sociales, ya que nos sobreviene el síndrome FOMO (Fear of Missing Out): la ansiedad social generada a partir del temor de que los demás estén viviendo experiencias gratificantes en las que uno está ausente. Esta sensación es muy real y es uno de los principales obstáculos que enfrentamos al pensar en usar menos las redes sociales.

Personalmente, lo viví en carne y hueso durante julio de 2017, mes en que me propuse estar sin Instagram ni Facebook [3]. Los primeros días, no es fácil. Pareciera que están pasando demasiadas cosas interesantes de las que no te estás enterando.

Debes tener confianza y ser paciente: en una semana, pasará. Te irás acostumbrando a la tranquilidad y reconectando con lo que de verdad te importa. Rápidamente comenzarás a cuestionarte sobre ese millón de cosas que formaban parte de tu vida pero que no te importaban en lo más mínimo. En tus relaciones, descubrirás cuáles son las que valen la pena y cuáles no eran más que un intercambio vano de likes. Lo que antes te parecía indispensable, ahora te parecerá superficial. Descubrirás que las cosas importantes tienen que llegar a tu vida, encontrarán la forma de llegar.

Prácticas para tu vida

Partir este tipo de cambios no es fácil. El minimalismo digital será tu directriz, pero también quiero recomendarte algunos consejos prácticos que te servirán para empezar. Elige los que más te sirvan y adáptalos a tu realidad.

Haz una lista de lo que te importa

Para que la tecnología sea efectivamente una distracción, tienes que saber de qué te está alejando. Si quieres pasar menos rato en YouTube, pero tu plan B es mirar el techo, seguramente no te va a ir muy bien.

Por esto te recomiendo hacer una lista de las cosas que son más importantes para tu vida. Trata de escribir al menos unas 10 (no solo las pienses, escríbelas). Pueden ser principios generales (compartir con mi familia, aprender cosas nuevas, ayudar a los que más lo necesitan) o actividades específicas (tocar guitarra, jugar juegos de mesa con amigos, leer). El único requisito, es que sean cosas que formen parte de tu definición de una buena vida.

Ten esta lista lo más a la mano posible y mírala cada vez que no sepas qué hacer con tu tiempo.

Mide y revisa

Decidí que necesitaba una intervención en mi vida tecnológica cuando descubrí que me estaba mandando en promedio dos horas de Instagram al día. Resulta que las pausas de “cinco minutitos” ocupaban muchos más espacio de lo que parecía. Dos horas en las que podría haber leído, estudiado un idioma, llamado a mis papás, meditado o haber hecho cualquier otra cosa valiosa para mi vida.

Medir es el primer paso para identificar el tamaño del problema. Te recomiendo hacerlo en tu computador y teléfono. Para hacerlo, existen un millón de aplicaciones para prácticamente cualquier navegador y dispositivo [4].

Mide tu tiempo en línea y revisa todas las semanas cómo vas. Esta información será esencial para saber si estás mejorando o no.

Implementa cuotas

Las mismas aplicaciones que mencioné arriba pueden servirte para implementar cantidades máximas de tiempo en cada aplicación, red social o servicio. Define cuánto es lo máximo que estás dispuesto a pasar en cada aplicación por día, y usa estas aplicaciones para recibir una señal de pausa cuando llegue el tiempo.

Una advertencia: hazle caso a la señal a la primera o te vas a volver inmune.

Encuentra el gatillo y sácalo

Cualquier uso compulsivo de una tecnología se origina en un hábito. Lo que sabemos de los hábitos, es que se componen por tres elementos: una señal gatillante, una rutina y una recompensa.

Si quieres romper un mal hábito, un paso esencial es eliminar esa señal gatillante. Identifica qué es lo que te hace usar una aplicación: ¿es una notificación? ¿es tener el teléfono a la vista sobre la mesa? ¿es tenerlo en el velador apenas despiertas?

Cuando lo hayas identificado, elimínalo. Es la única forma de romper el mal hábito.

No temas ser drástico

Todos tenemos una red social o servicio que ni siquiera nos podemos imaginar usando menos. Está tan arraigada en nuestro día a día que ninguna razón parece suficientemente buena como para atreverse a intentar un cambio.

Con la excepción de que tú sabes que te haría bien probar otras cosas.

En estos casos, cuando la moderación no funcione, lo mejor es ser drástico. ¿Te sientes demasiado apegado a una red social? ¿Tratas de usarla menos pero te termina ganando la batalla? Prueba cerrando tu cuenta por un mes.

Te darás cuenta de que es mucho más fácil razonar cuando tu cerebro recupera su estado normal. Y luego, si verdaderamente la extrañas, puedes darle el lugar justo que merezca en tu vida.

Principios personales para vivir mejor

Las redes sociales y tecnologías similares están transformando el mundo como lo conocemos: desde la forma en que trabajamos hasta la salud mental, todo se ha visto afectado. Algunas de estas tecnologías comprometen nuestra aspiración humana de construir una buena vida, explotando nuestras vulnerabildades psicológicas y haciéndonos priorizar la gratificación instantánea por sobre lo que nos importa en el largo plazo.

Seguramente pasarán muchos años más antes de que los gobiernos comiencen a regular la forma en que estos servicios capturan el tiempo y atención de las personas. Por este motivo, tanto como personas y comunidades, necesitamos definir principios para orientar la interacción con estas tecnologías. El minimalismo digital es uno de estos principios: nos da una guía para reflexionar e incorporar los beneficios de estos servicios sin que estos degraden nuestra humanidad.

La vida es muy corta y alcanza justo para hacer lo que verdaderamente tienes ganas de hacer. Por esto es indispensable reflexionar y adoptar principios personales: desarrollar sistemas de valores que nos ayuden a tomar control y dedicarnos a lo que valoramos profundamente. Sin estos, estaremos a merced de los sistemas que otros nos impongan. Tal vez en el futuro, toda la tecnología estará orientada a potenciar nuestros proyectos de vida. Pero por ahora, solo nosotros estamos a cargo de que nos ayude a ser mejores humanos.

La ídea en síntesis

  • Las redes sociales y otras tecnologías similares están impactando negativamente el desarrollo de nuestra vida personal. El interés económico de las empresas que proveen estos servicios las ha llevado a desplegar una maquinaria tecnológica absurdamente poderosa para maximizar el tiempo que pasamos mirando la pantalla, a cualquier costo.
  • El minimalismo digital es una filosofía para guiar nuestro uso tecnológico, tomar control de nuestro día a día y recuperar la calidad de vida que queremos tener. Se trata de concentrar el tiempo en línea en una pequeña cantidad de actividades esenciales, escogidas para apoyar nuestros valores y principios, y dejar pasar lo demás.
  • Con este fin, nos invita a hacernos dos preguntas fundamentales sobre las redes sociales y servicios digitales es que tenemos en nuestra vida: ¿es esta una tecnología que apoya algo que valoro en mi vida? y, ¿cuál es la mejor forma de usar esta tecnología para apoyar eso que valoro? Al responderlas, podremos definir qué tecnologías usaremos y cómo; haciendo que apoyen nuestra vida en vez de interrumpirla.

Notas

[1] Este artículo se basa en mis notas del libro Digital Minimalism: Choosing a Focused Life in a Noisy World, de Cal Newport, uno de mis autores favoritos. También tomé algunas ideas de Hooked: How to Build Habit-Forming Products de Nir Eyal, y charlas TED de Tristan Harris, Sherry Turkle y Adam Alter.

[2] Más información sobre el minimalismo como estilo de vida: el artículo en Wikipedia es un buen lugar para partir. También hay un documental en Netflix que se llama Minimalism: a documentary about the important things, lo recomiendo. También escribí esta reseña sobre Goodbye things, un libro sobre minimalismo.

[3] Después de ese mes, nunca volví,

[4] En Google Chrome, uso Motion. En el iPhone uso Screen Time (viene por defecto).

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